Está bien que sea benéfica, pero se podrían haber molestado en hacerla buena.
La recaudación de esta película va dirigida a ayudar a los niños con cáncer, y también incluye un mensaje de sensibilización hacia las víctimas del volcán de La Palma, lo que es loable y hace que de verdad desee que le vaya bien en taquilla. Pero tengo que hablar de lo que me ha parecido la película, y toca ser, aunque diplomático, sincero, y decir que le doy una... calificación baja.
Nos cuenta la historia de una mujer a la que detectan un cáncer terminal, por lo que decide poner en marcha sus sueños y los de sus amigas antes de morirse. Algunos más mundanos y otros que no hay por dónde coger (que se harán realidad por la magia de las casualidades absurdas), pero cuando va a cumplir su sueño, que es el de ver el mar, le dicen que no va a ser, que su estado de salud le impide volar en avión.
En ese momento (cuando llevamos como una hora de película) es cuando llega la magia que le da el nombre a la película. Aparece una solución fascinante, que es la de trasladar su conciencia a la de un hombre que está fallecido (el tal Jon) pero que pueden reanimar, para que con su cuerpo se vaya a Canarias.
Y ahí que se va la señora, en el cuerpo de Jon, con su hija a Canarias, donde vivirán todo tipo de momentos "graciosos" (jaja, un gordo que se comporta como una mujer), incluyendo yerno celoso que se planta ahí pensando que le están poniendo los cuernos y protagoniza todo tipo de situaciones delictivas hilarantes, aunque cabe esperar que al final todo se arregla y sea todo muy bonito.
Valoración de la película: cutre y con algunas cosas que son de auténtica vergüenza ajena. Chistes sin gracia y actuaciones en las que son pocos los que se toman en serio la cosa. Bien Olivia Molina y bien Carlos Santos, que hace lo que buenamente puede para aguantar el tipo ante esto, pero muy bien (sin duda lo mejor de la película) el trabajo de Fernando Albizu, que de verdad consigue hacer creer que está interpretando al mismo personaje que Carmen Maura. Los cameos lamentables y en general las partes de humor mucho más flojas que las dramáticas. Sin embargo, y pese a todo, debo reconocerle que tiene un puntito entrañable.
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