Estaba cojonudo.
Como cualquier otro día, sonaba el despertador, me daba una dicha, me vestía y me iba a trabajar. Pero no era un día cualquiera, ya que al vestirme me ponía la camiseta de la konparsa, pues además de que me tocaba turno por la tarde, tenía comida de cuadrilla en la propia txozna, un opíparo marmitako, con el que nos pusimos hasta las patas.
Después vino el turno de tarde, que empezó normal, pero poco a poco el flujo de gente y dinero fue haciéndose más y más constante, con billetes de 50€ volando por todas partes, cámaras refrigeradas que se vaciaban todo el rato y las botellas que no dejaban de terminarse. Cuando, terminado el turno, hicimos el recuento de dinero, el dato era maravilloso: record absoluto de recaudación en un turno de tarde.
Lógicamente, tanto trajín no era inocuo, y tras terminarlo, y estar un rato de charleta, me retiré a casa, para dormir varias horas por puro agotamiento y despertarme hoy como si tuviera resaca, pese a que ayer no bebí ni una gota de alcohol.
Un listón difícil de superar, a ver qué tal el sábado.
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