Es raro ver hoy día películas de animación que no sean en 3D, pero de vez en cuándo aparecen joyitas como esta, que recuperan el estilo naif de los dibujos animados clásicos, lo que le confiere un toque muy entrañable, y en el caso de El viaje de Ernest y Celestine le pega muy bien a la historia que nos quiere contar.
Ernest y Celestine son dos músicos callejeros que comparten piso y miserias, hasta que un problema con el violín los obliga a visitar la distópica nación de Galimatia (en el original creo que era algo parecido a Charade), una dictadura de estética soviética, en la que está prohibida nada menos que la música. Ahí, vivirán una aventura en la que la libertad de elección, frente a las imposiciones del destino, tendrá un gran peso.
La película es totalmente buenrollista, con un final de los que dejan una sonrisa en la boca, pero a pesar de lo que pueda sugerir su estilo de dibujo, tan de película europea de los años 70, no peca en absoluto de ser simplona, y aunque es claramente apta para niños, también es perfectamente visible para los ojos de un adulto.
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