sábado, 19 de agosto de 2023

Godland

 

Volaða land (Tierra rodada) en islandés, Vanskabte Land (Tierra deformada) en danés.

A ratos fascinante, a ratos un peñazo, Godland da vida a unas fotos aparecidas en Islandia a finales del S. XIX, y sobre ellas nos cuenta la hitoria de Lucas, un pastor danés que se va a servir a tan inhóspita isla, donde tendrá que enfrentarse no solo a las adversidades del clima y la vida agreste, sino a la incomprensión y el choque cultural.

Con un estilo que recuerda a las grabaciones antiguas, Godland es un ejercicio de meditación contemplativa, que hace de ella una película muy estática, en la que a ratos no pasa nada, pero tampoco es lo que pretende. En su lugar busca evocar y transmitir, y por eso se recrea en esos planos largos, a veces esos lapsos temporales (lo que en inglés se llama "timelapse", vaya) y a jugar con elementos cotidianos, que nos hagan creer que de verdad estamos ahí.

Eso lo logra, y de verdad traslada al espectador. Sin embargo, no pude evitar que a ratos se me hiciera aburrida, y sobre todo me diera la sensación de haberme perdido entre tanta metáfora visual, no enterándome del todo de lo que estaba pasando (más concretamente de por qué pasaban algunas cosas) y de quedarme en lo superficial, sin entender del todo el subtexto. Creo que es difícil entender completamente esta película sin tener claro el contexto cultural danés-islandés, del que muchas cosas se intuyen, pero otras, como toda la parte de la incomprensión lingüística, se pierden para el espectador no nativo, pues era muy difícil discernir, y es importante para la historia, cuándo hablaban un idioma y cuándo en otro.

Sinceramente, creo que es una de esas películas que saboreas más cuando piensas en ella que en el momento de haberla visto, y que el recuerdo que tendré de ella en el futuro será mejor que lo que en realidad disfruté. Pero así y con todo, por paradójico que suene, estoy satisfecho con el peaje que he tenido que pagar.

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