Homenaje a Velázquez.
Lo prometido es deuda, y toca hablar del evento en sí. Creo que la mejor forma de hacerlo es hablando de las partidas que jugué.
Broadchurch (Viernes noche): Basado en la serie de televisión homónima, de la que hablé hace bien poco en el blog (precisamente me la vi para poder jugar bien la partida), esta partida conseguía recrear muy bien la atmósfera y la historia de la serie, y aunque no soy muy fan del formato "vivo por escenas", disfruté bastante en la piel de Alec Hardy.
Pínteme usted esas meninas (sábado mañana): Es una partida a la que tengo mucho cariño y disfruto muchísimo dirigiéndola, pues se generan situaciones muy cómicas, que llegan a hacer saltar lágrimas de la risa. Este pase no fue la excepción.
Dark Souls - Life in hard mode (Sábado tarde): La partida en sí debo confesar que no me entusiasmó, y que tenía demasiados talleres previos para mi gusto, pero conseguía su principal objetivo, que era visibilizar y aprender algo más sobre algunas discapacidades que son muy desconocidas para la mayoría del público.
Pilėnai (Sábado noche): Partida basada en el mito fundacional lituano, cuando en 1336 los habitantes de este castillo prefirieron quemarlo, con ellos dentro, a rendirse ante el invasor teutón. Fue de menos a más, y me permitió dar un final maravillosamente épico a mi personaje. Probablemente la muerte más épica que he tenido nunca en una partida de rol.
Bob Esponja (Domingo Mañana): Por azares del destino, y ante la baja de última hora de uno de los jugadores, acabo jugando mi propio vivo (que no dirigía yo), interpretando al Bob Esponja. No me da tiempo a jugar la partida entera, pues me tenía que ir ya, pero al menos me sirve para hacer un rato el tonto en la piscina.
Y eso es lo que jugué, pero por encima de las partidas me quedo con toda la gente maravillosa con la que me pude reencontrar, algunos de los cuales no había visto en más de 4 años, por aquello de la pandemia y tal.
Espero repetir el año que viene.
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