El arqueólogo vuelve a lo grande.
Indiana Jones es uno de los iconos de mi infancia, y llevaba con ganas de ver esta película desde la primera vez que vi el trailer, de modo que las expectativas estaban altas, aunque también tenía claro que, me echaran lo que me echaran, me iba a gustar. Es Indiana Jones.
¿Me ha gustado? ¡Sí! Me ha hecho volver a sentirme como un niño durante las 2 horas y media que dura, con sus escenas de humor, aventura y acción a raudales, dignas de los mejores momentos del Dr. Jones, con un villano a la altura y secundarios con carisma (para sorpresa de nadie, Phoebe Waller-Bridge nos regala una maravillosa Elena Shaw). Si acaso se le puede echar en cara que desaprovecha un poco al personaje de Antonio Banderas, pero lo poco que sale me gusta.
Dentro de la película tengo que destacar la maravillosa secuencia inicial, ese flashback con un Harrison Ford digitalmente rejuvenecido que da totalmente el pego, y que nos regala momentos de acción que podría ver una y otra vez en bucle, pero la película no decae, y va dando pinceladas de epicidad y de diversión a todo momento, manejando con gracia los clichés del género (y de la propia saga), pero también pegando volantazos de originalidad cuando más parecía que iba tirando por la vía del continuismo puro. Todo ello hacia un final con un punto muy emotivo y ganas de aplaudir cuando suenan los títulos de crédito.
Tendrá sus detractores, no me cabe la menor duda. Pero a mí me ha gustado mucho.
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