La playa de la Concha.
Como cada vez que vuelvo de jornadas de rol vengo con el cuerpo reventado y el corazón calentito. Pero como pesa más lo primero que lo segundo, en vez de hacer entrada kilométrica, haré como otras veces: hoy hablo de la ida y la vuelta, mañana hablo de las jornadas en sí.
La ida no tiene demasiada historia: a las 11 monto en un Blablacar que me lleva a Madrid sin incidentes. Allí como unas porciones de pizza y cojo un taxi, que me lleva a casa de los amigos que me iban a llevar de Madrid al sitio del evento (que ellos también iban).
Llegamos al sitio, tomamos posesión de las habitaciones asignadas, saludamos a conocidos, y baño piscinero antes de cenar. Habían empezado las Para Jugar 2023.
Elipsis al domingo por la mañana, con mucho jugado, mucho reído y poco dormido. A eso de las 12 me despido de la gente que pillo por ahí, y al coche. Pero no tocaba la ruta directa, sino que el plan era pasar por San Sebastián, aunque como había que hacer alguna parada en el camino, aprovechamos y hacemos el alto en Soria, donde comemos (¡torrezno power!) y damos un paseo. Una ciudad en la que estuve muy de niño, de modo que no recordaba absolutamente nada, pero que me ha parecido muy agradable.
Vuelta al coche, que ya sí nos lleva hasta San Sebastián. Por ahí un poco de petardeo, visita a la playa y finalmente el autobús a Bilbao, que tengo la suerte de que no vaya muy lleno, lo que permite que ese tramo sea razonablemente cómodo.
Eso ha sido la parte del ir y venir, mañana la parte del jugar.
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