Alicia a través del monitor.
Hay películas en las que el trailer es su peor enemigo, y a esta le ocurre un poco eso. Basa su peso en la sorpresa argumental y, aunque matizada, ya te la sabes antes de ver la película. Se nos sugiere que es la historia de un pedófilo que acosa a sus víctimas en Internet, para chantajearlas y abusar de ellas, pero en este caso la inocente víctima resulta no serlo tanto, y la situación se da la vuelta, dejando al monstruo a merced de uno peor. Un poco lo que pasaba en Hard Candy, en realidad.
Sin embargo, no es ese el mayor problema de la película, pues si bien el trailer nos revienta parcialmente el giro, es cierto que solo nos revienta parte de él, ya que el director jugaba a "te cuento una parte para que vayas creyendo qe es A, pero luego resulta que es B", pero lo hace de forma torpe y demasiado precipitada, pues no ha pasado ni media hora de película y ya se han puesto todas las cartas sobre la mesa, y lo que queda es un barco a la deriva que ya no tiene a dónde ir, desembocando en un final que es un no final. El director de la película mostró su obsesión por evitar spoilers, y esto se plasma en la película, pues ni siquiera ella misma nos cuenta el final.
El resultado es una historia que podía haber sido un excelente corto, lastrado por intentar rellenar algo que no daba mucho más de sí, con escenas que pretenden dar algo más de trasfondo sobre los personajes, pero que muchas quedan completamente de pegote.
Tampoco ayuda que a ratos intente emular el estilo de Carlos Vermut, con planos exageradamente largos y silencios que tratan de sugerir, y que sea la mente del espectador la que rellene los huecos, pero o bien se pasa de obvia, o bien se pasa de críptica y no hay quien las entienda.
Sin embargo, y aunque la nota final me temo que es un suspenso, no todo es malo en esta película, pues el dueto protagonista (Laia Manzanares y Manolo Solo) brilla a un nivel altísimo y consiguen llenr la pantalla con su soberbio trabajo.
Lo dicho, esto daba para corto, no para película.
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