Un matrimonio de escritores y su hijo ciego viven en una bucólica cabaña de los Alpes franceses, y todo parece ir más o menos bien, hasta que el marido aparece muerto, con claros síntomas de defenestración. A eso le siguen la investigación policial y el juicio a la mujer, que parece ser la principal sospechosa.
Para mí es una película que va de menos a más, con un comienzo que se me hacía un poco insípido, pero que va ganando en interés y cogiendo cuerpo a medida que avanza, teniendo la parte del juicio y, sobre todo el flashback central de la historia, una fuerza descomunal, apoyada en las grandísimas interpretaciones, que dotan al conjunto de un empaque muy poderoso (me ha quedado bonita la frase, ¿verdad?). Consigue ser una película en la que no sabes lo que ha pasado en realidad, pero realmente quieres descubrirlo. Sin embargo, el globo se desinfla hacia el final, con una suerte de epílogo que se me hizo anticlimático y poco satisfactorio, dejando demasiadas cosas en el aire y con la sensación de que si esos últimos quince minutos se los ahorran, no habría pasado nada.
¿Desmerece eso el conjunto de la película? No lo creo, pero es sin duda lo que menos me ha gustado de ella.
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