La trama.
Si bien el cartel es un poco engañoso, pues promete un reparto muy coral para lo que luego es una película con el protagonismo muy focalizado en dos personajes y la mayoría de cabezas del cartel son poco más que cameos, en lo demás Argylle sí que nos da lo que nos promete: una divertidísima película de comedia y acción exagerada, con el reconocible sello de Matthew Vaughn, que vuelve a ofrecernos otra gamberrada con el toque de Kingsman.
La definición más rápida sería decir que esto es como "Tras el corazón verde" pero con superespías, pues va de una escritora de éxito, que sin comerlo ni beberlo se ve metida en una historia como las de sus novelas, pero en el mundo real, y juega con todos los tropos y clichés, tanto del género superespías como de la buddy movie de novato+experto. Pero lo hace con un guion bien hilado, que combina con acierto los giros de guion exagerada (y necesariamente) previsibles con otros que reconozco que no me vi venir ni por asomo, muchos de los cuales ensamblan muy bien la historia.
Argylle empieza como un terremoto, sentando las bases de lo que va a ser, y de ahí va hacia arriba, con momentos de pura exageración, villanos de opereta y escenas de acción que son una maravillosa delicia (ay, esa pelea en el tren, o ese tiroteo-baile de colorines), sabiendo cuándo no es el momento de tomarse en serio a sí misma, y consigue su propósito de no dejar de ser divertida ni por un solo momento.
Ya para finalizar, ofrece una escena postcréditos, a la que se le puede echar en cara que no es sino un innecesario ejercicio de fanservice, pero que como a mí ya me tenía ganadísimo, me hizo pegar saltitos de emoción en el asiento.
Una película de la que no esperaba nada, pero que me ha encantado. Que cuenten conmigo para las secuelas.
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