No importa el resultado: jugar con la persona que más quiero ya es ganar.
Este fin de semana eran carnavales, y aunque no he salido a disfrazarme, he hecho otras cosas. El viernes empezaba la cosa con rol, en una partida de Ten Candles, con trágico desenlace, pero que ya sabíamos de antemano que iba a ser así. Luego a ver un rato la tele y "cenar" una leche con galletas y a la cama. Party hard!
El sábado por la mañana aprovecho para hacerme un curry con pseudo carne de soja para la comida y luego me voy a dar un paseo y aterrizo "accidentalmente" en Joker, donde me hago con el integral de Blake&Mortimer. De ahí pintxopote y a casa, a atacar al curry. Por la tarde una de cine, con Argyle, cena de pizzas y a casa. Me cuesta coger el sueño, por la cortesía de unos vecinos que tienen a bien estar de jarana hasta las 2 de la mañana.
Llega el domingo y voy a Miribilla sin demasiadas esperanzas, pues el rival es un irregular aunque potente Valencia, que venía de ganar en el Palau. Sin embargo, su monumental caraja, la ausencia de su estrella y el partidazo que se ha cascado Bilbao Basket, hace que a pesar de uno de los peores arbitrajes que he visto en mucho tiempo (el árbitro con el dorsal 80 permitía que se dieran literalmente mamporros en su presencia) hace que la victoria sea mucho más holgada de lo que habríamos podido fantasear (93-78). Para celebrar la victoria me tomo una con amiguetes del entorno baloncestístico y a casa a comer. Luego, paseo vespertino y probar nuevo juego, con mi señora, el Mandala Stones, que resulta gustarnos bastante, pues es un juego sencillo pero muy dinámico y con componentes muy agradables.
Y eso ha sido más o menos este fin de semana.
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